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13 diciembre 2009 7 13 /12 /diciembre /2009 14:33


 
 En estos días en que se recuerda a Jesús y a su madre María, viene a nuestra mente un hecho real en la historia de esos personajes, que permiten confirmar, sin ofender a ninguno de ellos, que el amor de madre siempre muestra un grado de egoísmo hacia el hijo amado y rebelde como fue Jesús. Y María como toda madre, así lo demostró en las bodas de Canaán

 

  María pensando en detener al errabundo Jesús, idea un plan. Las bodas de Canaán se efectuaban con parientes y amigos de la familia de su madre. Ella pensó que Jesús esa noche, con unos tragos en su cabeza, puede salir casado, tener esposa, fundar familia y aquietar su mundanal recorrido.

 

  Jesús acompañado de Juan estaba presente. Pero Jesús intuyó que algo se tramaba y retirándose con su compañero, expresó “No es prudente mi estancia entre esta gente, capaz de consumir el agua de todas las tinajas si se convirtieran en vino” “Lo que mal anotado por el calenturiento Juan, dio motivo a los intérpretes maliciosos para hacer el milagro de convertir el agua en vino” (“Filosofía Austera Racional”)

 

  A petición de la madre, María de Magdala (Magdalena), pariente de María, y quien no era ninguna mujer prostituta como la han querido presentar, hace un festín en su casa y convida a Jesús y como en verdad amaba a Jesús en su interior, se le presenta en su arrebatadora belleza, rompiendo con atavismos y prejuicios ante sus demás invitados, se arrodilla a los pies de Jesús suplicando perdón por el hecho, pero ofrecía su amor para la seguridad de su vida. 

 

  El pedido de la madre de Jesús, a quien no se le puede negar su inmenso amor, aun por su espíritu luminoso, mostró la imperfección de la materia. Pues dejaba en mal estado a la vista de aquellos que admiraban a María de Magdala en situación difícil, como sucede hoy. Pero… María lo hizo, porque por sus facultades psíquicas presentía, que la cruz patíbulo, esperaba a Jesús para ser crucificado y quería evitarlo. Más Jesús no quiso aceptar lo de la madre. De haberlo hecho, quizás la cruz no habría sido su martirio.     

 

 

 

 

 

 

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