Dijo un sabio maestro “No hay inocente aunque lo digamos por los niños” Tal afirmación a primera vista, martilla nuestras sienes. Puede parecer de momento un exabrupto. Pero no lo es. Porque todo niño, como todo humano esta constituido de espíritu, alma y cuerpo material y su espíritu tiene un largo pasado de vidas anteriores con defectos y virtudes.
Casi siempre en el dialogo común, se refiere al niño como el ser mas inocente de los humanos en planeta. Porque en aparente realidad, vienen al mundo por primera vez, ignorando nuestras bajezas y virtudes.
Cierto es que el cuerpo de un bebe o niño, es el ser mas endeble y débil de la creación, que cualquiera le hace daño y no sabe defenderse. Además en su crecimiento es mucho mas lento que otras especies animales para moverse rápido y caminar. Cabe entonces el término inocente, si se nace por vez primera, con la mente en blanco, sin ningún remoto recuerdo, ni temor ante lo desconocido y otras señales que nos visualizan un pasado de vidas anteriores.
Sin embargo, cuando su razón comienza a funcionar, se descubre su yo, su espíritu, en otras palabras mas real que inhabita ese nuevo cuerpo. Dará señales de temperamento pacifico o violento dependiendo de su evolución moral y de la crianza por sus padres. Etapa la más indicada para corregir las malas inclinaciones y no tener que castigar mas tarde al hombre. Para eso sirve la infancia, para educar con amor desde que estuvo en el vientre de la madre hasta salir a la luz. Recordemos a Jesús. “Dejad que los niños se acerquen a mí porque son limpios de corazón y en ellos se graban fácilmente las palabras”.
Del allí sabios maestros han sugerido que cuando los niños juegan en sus escuelas en ratos de recreo, siempre estén vigilados bajo la dirección de sus docentes. No es la primera vez que los medios de comunicación nos han transmitido hechos dolorosos cuyos protagonistas fueron niños- Por ello cuando se conocen estas realidades bajo la luz de la filosofía del espiritismo, encontramos que no hay escándalos, sino en los escandalosos, que niegan una cruda realidad humana material y espiritual.